Un ecocardiograma puede determinar la fuerza y contractilidad del corazón, la condición de las válvulas del corazón, de la membrana que reviste el corazón (el pericardio), y la aorta. Puede ser usado para detectar las consecuencias de un ataque del corazón, engrosamiento de las paredes del corazón, dilatación de alguna de sus cavidades, la infiltración del corazón con una sustancia anormal, la debilidad del corazón en pacientes sometidos a quimioterapia, puede detectar tumores o masas intracardiacas, etc. No sólo permite que los doctores evalúen las válvulas del corazón, sino que también puede detectar anormalidades en el patrón del flujo de la sangre, como el flujo de regreso de la sangre a través de válvulas del corazón parcialmente cerradas, conocidas como regurgitación o insuficiencia.
Es importante tener siempre en cuenta que este examen no sólo evalúa la parte estructural del corazón sino también la parte fisiológica, con evaluación sistólica y diastólica de los ventrículos y las mediciones de flujos a través de las válvulas y vías de salida, así como las mediciones de presión.
Al determinar el movimiento de la pared del corazón, la ecocardiografía puede ayudar a detectar la presencia y evaluar la severidad de la enfermedad de la arteria coronaria, tan bien como ayudar a determinar si algún dolor de pecho está relacionado con la enfermedad cardíaca. La ecocardiografía también puede ayudar a detectar la cardiomiopatía hipertrófica, en la cual las paredes del corazón se engruesan por un factor congénito o por intento de compensar una hipertensión arterial.
La más grande ventaja de la ecocardiografía es que no es invasiva (no implica romper la piel o entrar en las cavidades del cuerpo) y no tiene ningún riesgo o efectos secundarios conocidos.