Como el ser humano se para en dos pies, la cabeza queda en una mala ubicación desde el punto de vista de la fuerza de gravedad, dado que el corazón queda más abajo. Además, al ponerse de pie la sangre -que se ubica básicamente en las venas- se desplaza bruscamente desde el tórax hacia el hemicuerpo inferior y se estanca abajo. Esto hace que la cantidad de sangre bombeada por el corazón disminuya la presión y el flujo hacia el cerebro. Para evitar que la persona tenga una baja de presión y se desmaye cuando se pone de pie, existe el sistema nervioso autónomo, el que produce bruscamente mecanismos de compensación. Hay ciertos individuos en los que este sistema no funciona adecuadamente, por lo que cuando están parados por un tiempo prolongado surgen síntomas que varían dependiendo de la intensidad, por ejemplo, sienten más frío que el resto y tienen poca resistencia para estar de pie, caminar y hacer ejercicio.
Además de estas manifestaciones, hay quienes frente a ciertos estímulos pueden desarrollar bruscamente un reflejo y desmayarse. Los factores que provocan esta situación de estrés generalmente son: ver sangre o jeringas, o sentir dolor u olores.
La posición casi de pie durante la prueba causa que la sangre se colecte en la parte baja del cuerpo (las piernas). Normalmente los nervios que controlan el corazón y los vasos sanguíneos (vago y simpático del sistema nervioso autónomo) son capaces de mantener la presión arterial incrementando la frecuencia cardiaca y estrechando los vasos.
En las personas susceptibles de síncope vasovagal este sistema no trabaja de manera apropiada. Como resultado, el corazón se enlentece y la presión arterial desciende. Esto compromete el aporte de sangre oxigenada al cerebro y como consecuencia el desmayo.
En caso de aparecer síntomas se hará énfasis en la existencia o no, de similitud entre los síntomas desencadenados durante la prueba y los que motivan la consulta. En algunos casos, cuando la primera parte es normal, se utiliza una infusión de medicamento que simula una situación de estrés, lo que puede desencadenar un desmayo. Existen personas a las que les basta con ver la jeringa para que se estresen y pierdan la conciencia.